El Cura Brochero - Camino a la santidad

José Gabriel del Rosario nació el 16 de marzo de 1840 en Carreta Quemada, departamento Río Primero, y fue bautizado al día siguiente en la Iglesia Parroquial de Villa Santa Rosa, cercana al paraje donde nació.
Hijo de Ignacio Brochero y Petrona Dávila fue el cuarto de diez hermanos. De una familia sencilla, honrada y de trabajo, con un marcado sentido de responsabilidad y fe.

Ingresó al Seminario Nuestra Señora de Loreto el 5 de marzo de 1856. En 1858 concurrió a la Universidad Nacional Mayor de San Carlos (actual Universidad Nacional de córdoba) en donde conoció a Miguel Juárez Celman con el que inició una amistad que perduraría a lo largo de sus vidas. Otro admirador suyo y primer historiador, Ramón José Cárcano, lo describió en aquella época:

“Con sus cualidades supo despertar la estimación de sus profesores y condiscípulos, entre los cuales se hallaban jóvenes que más tarde han adquirido una elevada posición policía y social, como el doctor Juárez Celman, gobernador de Córdoba y presidene de la República, Tristán Achával Rodríguez, Genaro Figueroa, Miguel M. Nougués y otros, quienes fueron después sus más sinceros admiradores y favorecedores en sus obras de celo.”

Fue ordenado sacerdote el 4 de noviembre de 1866 en la actual Iglesia Catedral de Córdoba. Desempeñó sus primeros años de ministerio sacerdotal en la capital de Córdoba.
A fines de 1869 asumió su extenso Curato de San Alberto (actual Valle de Traslasierra). En 1870 comenzó con los ejercicios espirituales y traía a sus serranos a Córdoba. Recorrer los 200 km. requería tres días a lomo de mula, con una caravana de quinientas personas. En dos años, con sus feligreses, construyó la Casa de Ejercicios de Villa del Tránsito (localidad que hoy lleva su nombre). Fue inaugurada en 1877 con tandas que llegaron a superar las 700 personas. También construyó la casa para las religiosas, el Colegio de niñas y la residencia para los sacerdotes. Trazó y abrió más de 200 kilómetros de caminos, edificó 10 iglesias, fundó pueblos y se preocupó por la educación de todos. Obtuvo mensajerías, oficinas de correo y estafetas telegráficas. Proyectó el ramal ferroviario con el propósito de unir Villa Dolores y Soto.

Debido a su enfermedad renunció al Curato y al regresar a Córdoba fue nombrado canónigo de la Catedral de Córdoba en 1898. En 1902 fue nombrado nuevamente en su Parroquia en El Tránsito, permaneciendo hasta 1908 cuando renuncia definitivamente a la Parroquia y previo paso por Córdoba se va a instalar en Villa Santa Rosa de Río Primero en casa de sus hermanas. En 1912 previo encuentro con Hipólito Irigoyen pidiendo el tren para los serranos, regresó al curato de San Alberto y allí murió a causa de la enfermedad de Hansen (lepra) que lo dejó sordo y prácticamente ciego, el 26 de enero de 1914.

En la vida de los santos, conocer detalles de su biografía nos ayuda a encarnar a la persona en su contexto, conocer el paso a paso de su vida, en definitiva, trazar un itinerario y delinear una trayectoria. De estos datos ¿Qué conocías? ¿Qué te resulta nuevo? ¿Llamativo?

La santidad, un regalo en el tiempo con promesa de eternidad.
La vida de los santos nos revela la gracia como amistad con Dios que se encarna en corazones generosos y que son una bendición para la humanidad y respuesta a un momento.
Por eso nos parece bueno preguntarnos:
¿Qué es la santidad? ¿Qué significado tiene que la Iglesia reconozca a los santos como amigos inseparables de Cristo? ¿En qué nos implica?

Todo hombre está llamado por Dios a la Santidad: “Serán santos, porque santo soy yo” (1 Pedro 1,15). Creados a imagen y semejanza de Dios, llevamos en nuestro ser el sello del creador que es plenitud de vida; y por la Encarnación y la Resurrección de Jesús resplandece en nosotros con mayor intensidad. Así la vocación a la bienaventuranza, la felicidad, pone en tensión nuestra identidad, vocación y misión.

Brochero atraído por Jesús supo encarnar el Evangelio, hacerlo estilo de vida, y lo anunció en nuestra tierra.
Así toda su persona se entiende solo desde Jesús y como rezamos en la oración: se destacó por su celo misionero, su predicación evangélica y su vida pobre y entregada.

Fragmento de la homilía del Cardenal Amato en la beatificación.
¿Qué nos enseña el Cura Brochero con su vida de santidad y con su apostolado caritativo?
Nos recuerda que la santidad es tarea de todo bautizado. Todos, sea cual fuera el estado de vida en el cual vivimos, debemos santificarnos. Hoy, la Iglesia y el mundo tienen una urgente necesidad de santos: en la familia, en los medios de comunicación, en la educación, en la política, en la economía. Los santos son promotores del verdadero bienestar social y humanizadores del progreso.
De modo particular, el Cura Brochero les dirige una palabra a sus hermanos en el sacerdocio. Él tenía una caridad especial para con ellos, un amor que se manifestaba en sus exhortaciones a la oración, a la predicación, a la observancia de la confesión semanal y al cultivo de una actitud misericordiosa para con los fieles, sobre todo para con los penitentes.

Palabras de Monseñor Santiago Olivera (Obispo de Cruz del Eje)
No podemos referirnos a Brochero como un hombre del pasado, ya que hoy sigue presente en la vida cotidiana pues nos sigue animando y enseñando caminos y modos de evangelización. Por la comunión de los santos, estos ejercen una acción de cooperación para con los hombres que pertenecen a la Iglesia que aún peregrina en el mundo. Por eso la Iglesia lo presenta como faro y modelo. El desafío de todos nosotros será el de hacer carne en nosotros el Evangelio. Un santo nos recuerda nuestra propia historia y nuestra personalidad que se deja transformar por la Gracia. Ver a Brochero es ver el Evangelio encarnado en una historia, en un tiempo, en un pueblo. Que la vida de Brochero nos anime a amar con Jesús y como Jesús: hasta el extremo.

Para pensar y compartir en familia y con amigos:
¿Pienso en la santidad como plenitud de vida desde el bautismo para mí?
En mi ser y quehacer cotidiano: ¿Qué incidencia tiene la propuesta de Jesús?
Contemplando la vida de Brochero, ¿A qué me desafía hoy?

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