Beatificación de Pablo VI y el DOMUND

Bajo el lema “Renace la alegría” celebramos este año el Domingo Mundial de las Misiones. ¿Renace la alegría? ¿En esos pueblos del Tercer Mundo al que van los misioneros, donde hay tantos padecimientos, donde el hambre mata, donde la sed envenena, donde la esclavitud impera, donde los ancianos son muy jóvenes, donde los niños son abandonados, donde los jóvenes desesperan por cambiar su mundo empobrecido por el nuestro despiadado?

Pues sí. Allí es donde renace la alegría. Porque en la pobreza el hombre no se engaña. Porque donde las fuerzas flaquean renace la confianza. Y sobre todo porque donde los misioneros van, llega con el agua potable para no morir contaminados, el agua del bautismo para no morir sin esperanza; y llega con el pan bendito de la solidaridad y del progreso, el pan eucarístico del amor que realiza la paz y la reconciliación que tanto necesitan.
El domingo también será beatificado Pablo VI, el primer papa contemporáneo que tomó el legado de su patrono, San Pablo, para hacer el pontificado un pontificado misionero. Fue el Primer papa contemporáneo en salir “en misión” por los caminos del mundo, a predicar el evangelio, el Papa que nos dejó la exhortación apostólica Envagelii Nuntiandi, sin la cual no entenderíamos ni la encíclica Redemtoris Missio de Juan Pablo II, ni la Exhortación Apostólica Envangelii Gaudium del Papa Francisco, que constituyen los tres pilares de la comprensión y del impulso actual de las misiones.

Y el domingo, además de celebrar la beatificación de Pablo VI, celebraremos el Domund Mundial de las Misiones. Decía Pablo VI en 1966 que el Domund “se transforma en una inmensa y simultánea presentación del Amor infinito de Dios a todo el mundo, recordando a los hijos de Dios, que viven en su casa, el deber de colaborar con el Padre para la salvación de los hermanos que viven fuera de ella. [...] He aquí el espectáculo de la caridad material, que en todo el mundo [...] une a los cristianos al sacrificio cotidiano, a las fatigas apostólicas y a los méritos de los misioneros. He aquí que el imperioso socorro al hambre material de los pueblos [...] se ilumina con una luz más noble, en la construcción de iglesias, de escuelas y de centros profesionales, como auxilio al hambre de verdad, de amor, de instrucción que les aflige”.

Bendito Pablo VI: que no sólo este domingo, sino que todos los días sean día del Señor, domingo sin ocaso, domingo mundial de las Misiones. 

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